Ej. 1: ¡Hola Bitcoin!

En nuestro primer artículo veremos un Ejemplo de uso del dinero en tiempos remotos y la relación de este uso con el Bitcoin.  En líneas generales trataremos de evitar la complejidad en todos nuestros Ejemplos, hasta en aquellos que sean avanzados y se profundice a bajo nivel en aspectos técnicos.  Nuestro objetivo principal es explorar las posibilidades de utilización mediante ejemplos, favoreciendo así su aceptación en nuestra vida cotidiana, además de desmitificar sus aspectos complejos.

¿Qué es el Bitcoin?

Es simple, el Bitcoin es una moneda.  Probablemente habréis oído de todo: que si un negocio piramidal, que si una estafa, que si un tema de frikis, que si una burbuja, etc., etc.  No hace falta complicarlo, ni buscarle cinco pies al gato, se trata simplemente de una forma de dinero.  Ya lleva todo eso incluido y muchas cosas más.  A nivel conceptual podemos quitar todo el entramado tecnológico y matemático que contiene; que la verdad es necesario para ponerlo en circulación, pero poco más; y quedarnos sólo con el hecho de que se trata de una moneda basada en tecnología…   Conocer en profundidad sus aspectos técnicos de bajo nivel no es necesario para su uso, aunque el que tenga curiosidad puede hacerlo:  son públicos.   Habitualmente usamos navegadores y visitamos páginas web, y pocos de nosotros conocemos lo que sucede a bajo nivel para que las páginas lleguen hasta nosotros.  No somos expertos en protocolo http, ni en protocolo dns, que son entre otros los que lo hacen posible.  Pero eso no nos impide aprovechar la potencia de Internet.  Con Bitcoin sucede lo mismo…

Los asuntos pecuniarios que nos ocupan comenzaron hace más o menos 5.000 años, allá por el año 3.000 o 2.500 AC, fue por aquel entonces cuando aparecieron los primeros atisbos del dinero en la zona del Golfo Pérsico, en lo que era Mesopotamia.

Antigua Mesopotamia

Apareció apoyado en la escritura y en barro.  Su manifestación primordial tenía esta pinta:

Tablilla de Barro de Mesopotamia

Tablillas de barro fácilmente transportables con escritura cuneiforme donde se declaraban cosas como que su portador debía recibir una determinada cantidad de trigo, o que su portador debía recibir cierta cantidad de telas o de plata, etc.

En la tablilla de barro se depositaba la confianza de que una vez que se entregara donde debía, el portador recibiría el grano indicado en la misma.  Esto permitía pagar con esa tablilla algo que costara la cantidad equivalente a ese grano.  A grandes rasgos, con las monedas actuales: dólar, euro, libra, etc., hacemos algo parecido.  El Bitcoin es una más.  En las actuales no pone explícitamente la cantidad de grano, pero hay un marco que es el sistema económico: consumidores, empresas, bancos, la tienda del barrio, los mercados de divisas, comercio online, etc.; que establecen  implícitamente las cantidades de «grano» (bienes) por las que pueden ser cambiadas.

Sobrecoge ver como la humanidad ha evolucionado en estos cinco milenios, y como lo que en aquellas primeras civilizaciones era un soporte de barro, hoy ha pasado a ser informática y computación distribuida, y aún así el concepto sigue intacto.  ¡Qué tipos los Sumerios, parecieron intuir que el futuro iba a estar en el silicio…!  Bromas aparte; no iban nada desencaminados con su idea de generar dinero en un soporte donde escribían a que equivalía.   El Bitcoin no es más que la versión 5.000 de sus tablillas primordiales.  Eso sí, nunca podrían haber imaginado que con la versión actualizada podemos enviar lo que contienen las nuestras a  la otra punta del mundo en cuestión de minutos…

La informática, por lo general, lo que hace es implementar en soporte digital funcionalidades y procesos de nuestra vida cotidiana, presenciales o manuales que ya están inventados desde hace bastante tiempo y que realizamos de las formas más variopintas: presentación de documentos, acreditación, firmas, llevar el coche al taller, etc.  Se copia la idea o el proceso, se transcribe a binario, se le pone un nombre con siglas algo esotéricas (PKI, OOP, Kerberos, etc.) y parece que aquello es lo más de lo más, pero por lo general suele tratarse de una implementación digital de algo ya conocido y normalmente ya con un uso muy afianzado y extendido en nuestro día a día.  En el fondo no suele ser nada muy novedoso conceptualmente hablando.   La novedad suele estar en su disponibilidad en digital y las ventajas asociadas que esto normalmente conlleva: disponibilidad remota, automatización, rapidez, evolución, etc.

El Bitcoin es un ejemplo más de este copiado de procesos cotidianos hacia el mundo digital.  Se origina a partir de la idea del dinero y es una copia en digital de la idea de la tablilla sumeria.  Para ello se crea un programa informático que lo que hace fundamentalmente es que aprovecha la red internet para crear una base de datos distribuida donde se almacenan de forma segura las transacciones entre Direcciones Bitcoin que se han realizado desde la emisión de la primera moneda.  En base a este sistema de almacenamiento se obtienen los saldos remanentes en cada Dirección Bitcoin en cada momento.  Estas direcciones, en el plano didáctico, suele decirse que se asemejan a lo que comúnmente conocemos como números de cuenta, pero este enfoque, aunque no es del todo desacertado, no me gusta como primera aproximación, ya que lleva a pensar en los bancos, y no son requeridos.  Un usuario puede generar todas las Direcciones Bitcoin que desee.   En un principio veo más acertado pensar en cada una de esas posibles Direcciones como la mitad de un billete de valor dinámico en el que podemos cargar Bitcoins mediante transacciones desde otra Dirección.  La otra mitad sería una clave privada que estaría asociada a la Dirección Bitcoin de forma unívoca, la cual necesitaríamos para reenviar los Bitcoins que tiene asociados, de nuevo mediante transacciones a otra Dirección.  A estos billetes dinámicos hay quien les llama monederos; bajo mi punto de vista es un enfoque erróneo.  El concepto de monedero mejor asociarlo con un software (Bitcoin-Qt, blockchain.info, etc) que nos permita manejar múltiples billetes dinámicos, o lo que es lo mismo múltiples Direcciones Bitcoin.

Dirección Bitcoin + Clave Privada = Billete Dinámico

Billete Dinámico de Papel generado en http://bitaddress.org

Ya se vislumbra que la nueva moneda cambia sustancialmente el escenario al que estamos acostumbrados. Probablemente va a cambiar el mundo.  Directamente los usuarios de la misma nos convertimos en algo así como emisores de billetes, podemos emitir tantos como queramos, inicialmente los emitimos asociados a cero Bitcoins, pero luego podemos irlos cargando o descargando mediante transacciones.  Y veremos que esas transacciones son los Bitcoins en sí mismos.

Estos nuevos billetes son una pareja de claves: una pública (un HASH de ella genera la Dirección Bitcoin) y otra privada (Clave Privada).  La clave publica y por tanto la Dirección Bitcoin pueden generarse matemáticamente a partir de la Clave Privada, pero no al revés.

Pareja de claves

Cada Dirección Bitcoin es un billete  con un número de Bitcoins asociados, que serán los que se hayan transferido a esa Dirección; y para poder transferirlos de esa a otra, a otro billete, deberemos conocer la clave privada asociada.  Este concepto del manejo de billetes es muy importante, porque pone de manifiesto la naturaleza anónima de la nueva moneda.  Nada nuevo, todas las monedas lo son.  Es simplemente una constatación del hecho.  Pensemos en un billete de 500€, en si mismo no refleja a quien pertenece.  Esto es análogo a lo que sucede con las Direcciones Bitcoin, no puede saberse a quien pertenecen, se comportan de forma similar a los billetes.

Por otro lado, si pierdes una clave privada, es como si hubieras extraviado el billete asociado a la misma: habrás perdido los Bitcoins vinculados a la Dirección Bitcoin emparejada con la clave privada desaparecida.  Y llegados a este punto aparece algo bastante novedoso, pero tremendamente cruel: la tecnología de Bitcoin permite en todo momento ver los Bitcoins asociados al billete perdido, pero no podrás transferirlos a ningún sitio, ni operar con ellos, sólo podrás verlos.   Es algo así como si pudieras ver tu billete de 500€ pérdido, pero no pudieras usarlo nunca más.  Esto es así porque, al igual que lo que sucede con las cuentas bancarias, en la base de datos distribuida (cadena de bloques) quedan registrados los Bitcoins que una determinada Dirección tiene asociados.  Aprovecho llegados a este punto para transmitiros mi primer consejo sobre seguridad: No asociéis demasiados Bitcoins a una sola Dirección.

Así pues, podemos considerar que al final la moneda una vez puesta en el mundo digital ha sufrido una especie de evolución con respecto a las monedas anteriormente conocidas, aparece un nuevo elemento de comportamiento dual, que se llama Dirección Bitcoin, a través del cual interactuamos con la nueva la moneda electrónica: unas veces observaremos que se comporta parecido a como lo haría un billete y otras a como lo haría una cuenta o las dos a la vez:

Dirección Bitcoin = Billete y/o Cuenta

Resumiendo, nuestro nuevo dinero de diseño manifiesta propiedades muy interesantes, y todo partiendo de un simple programa informático.   He de decir que este hecho ha sido lo que ha motivado el título de este primer post.  Muchos sabréis que todos los manuales de programación suelen comenzar con el típico ejemplo de “hello, world!” creado por Brian Kernighan en 1974 en los laboratorios Bell, es por ello que he querido comenzar este listado de ejemplos de una moneda basada en tecnología con un título que le rinda un cierto homenaje al proceso que ha posibilitado su creación: la programación.  Además de darle un matiz de bienvenida informal muy propio para la ocasión…  La informática y el que escribe somos viejos conocidos, por lo tanto un ¡Hola Bitcoin! es un comienzo perfecto.

Fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Dinero_fiduciario

http://www.moneymuseum.com

El Triunfo del Dinero

https://www.bitaddress.org

http://en.wikipedia.org/wiki/Hello_world_program